En los últimos días se ha vuelto a
destapar el avispero respecto a quién debe o no debe ostentar la candidatura
municipal o distrital de tal o cual partido en el municipio de Bohechío. Los
comentarios y adhesiones evidencian una vez más que el voto en nuestras
comunidades no depende de la capacidad de un individuo, del programa de
gobierno municipal que encarne éste ni de la oferta electoral que presente a
los habitantes, el voto parece estar atado a una condición meramente clientelar
y populista; no son las siglas de los partidos que aglutinan a los electores
del municipio, más bien parece que existe un partido oculto que concentra la
gran mayoría y al que cada candidato debe ceñirse si quiere obtener resultados
positivos: QHPM (Qué Hay Para Mí). Si no me dan algo que no cuenten conmigo, es
la consigna.
La calidad y la racionalidad del voto se fueron
por el retrete. Entre las opciones municipales reaparecen figuras que en una
justa valoración pudieran ser piezas de museo, pero resurgen en parte por los
errores tácticos de las autoridades actuales y en ocasiones por el uso
clientelista de los recursos puestos a su disposición. En América Latina el que
fue siempre se ve tentado a volver y el que está rehúsa dejar el puesto; lo más
difícil para alguien que ha sido electo en una posición es bajar del puesto. Después
de diez años de control municipal ejercido por una gestión caracterizada por la
francachela, el despilfarro, la ineficiencia y el uso discreto de las finanzas,
llega una nueva administración con otro estilo y para ser justo le devuelve
cierto prestigio y esplendor al cabildo de Bohechío; dentro de sus ejecutorias
empieza a sanear una caprichosa deuda de la cual el pueblo ni se entera ni le
dan explicaciones, es como si se reorganizara la casa para ser ocupada de nuevo
por los viejos inquilinos que la desbarataron, o al menos esa es la pretensión.
Esta nueva gestión tapó los trapos sucios encontrados, calló con silencio
cómplice las diabluras realizadas y en cierto modo ha colaborado a crear la
falsa percepción de que lo que estaba antes es mejor que lo que hay actualmente.
La ley 176-07 del Distrito Nacional y los
Municipios en su artículo 37 establece la forma de elección de los
representantes municipales, ciertamente otorga derechos a los votantes de los
Distritos para elegir a los incunventes municipales, sin embargo esto plantea
un doble valor al voto de los habitantes de los Distritos que ha causado una
amplia discusión y de igual forma ha generado grandes distorsiones en el
quehacer municipal, llegándose a proponer la modificaciones de la Ley en este
aspecto. Particularmente me inscribo entre de los que creen que cada comunidad debe
seleccionar las personalidades que han de dirigirla, el municipio de Bohechío
es un caso atípico, una entidad geográfica integrada por dos Distritos
Municipales y un Municipio cabecera en la cual más del 72% de sus electores están localizados fuera del
Municipio cabecera y por consiguiente tienen por Ley la potestad de imponer el
alcalde municipal y al mismo tiempo elegir el Director Distrital. Si antes criticábamos que desde
Bohechío se concentrara el poder municipal en perjuicio de las comunidades de
Arroyo Cano y Yaque (Secciones en aquel entonces), no nos luce utilizar ahora
la aberración de una Ley para arrebatar las aspiraciones de esa comunidad
vecina de administrar sus fondos municipales desde una perspectiva bohechiana
que responda a sus intereses y a su propio concepto de desarrollo como pueblo.
La obsesión por la cuestión municipal ha
obnubilado las mentes de los activistas políticos nuestros a tal punto que ni
en los Distritos Municipales ni en el Municipio les importa las ejecutorias de
los Directores Distritales, que no hacen absolutamente nada, y se focalizan en
el representante municipal, ignorando que cada demarcación tiene bien definido
su presupuesto. Todo pueblo tiene derecho a elegir su propio destino. Instalar
un alcalde municipal en Bohechío que pertenezca a uno de los Distritos es
asaltar el presupuesto destinado a esta comunidad y condenar este pueblo al
atraso y al retroceso ya que sus recursos pagarían favores políticos y no
estarían orientados a proyectos de desarrollo. Estas consideraciones puede que caigan
en el vacío o que supongan para algunos un cambio en mi visión, es posible que estén
alejadas de los que muchos quisieran leer y en la ebullición actual cobran poca
importancia, pero el tiempo se encargará de hacer el juicio certero, es mi humilde opinión.
Policarpio
Sánchez
28/09/2018