Como educador me siento
totalmente identificado con la demanda acogida por el ochenta por ciento de la
población dominicana en el aspecto educativo, que se otorgue el 4% del PBI o el
16% del presupuesto de ingreso a la educación pública como establece la
constitución y la ley 66-97. Hay que tomar en cuenta que no bastan los recursos
que puedan invertirse, también se requiere un cambio de actitud en los actores
del sistema de educación pública.
En la mayoría de las escuelas de
educación inicial y básica, así como los liceos de media prevalece la apatía de
los docentes y su resistencia a introducir cambios en sus prácticas en el aula
; los estudiantes no muestran el más mínimo interés por el proceso de aprendizaje y por lo regular están pendientes de otras cosas. Los maestros/as en ocasiones hacen ingentes esfuerzos para captar su atención y lograr algo de concentración en sus horas de clases, produciéndose una especie de confrontación en el aula: por un lado el profesor/a queriendo desarrollar a capela su proceso de enseñanza-aprendizaje y por el otro unos alumnos/as que sólo esperan que pase el tiempo del maestro/a; sin lograr despertar en éstos el interés de aprender.
; los estudiantes no muestran el más mínimo interés por el proceso de aprendizaje y por lo regular están pendientes de otras cosas. Los maestros/as en ocasiones hacen ingentes esfuerzos para captar su atención y lograr algo de concentración en sus horas de clases, produciéndose una especie de confrontación en el aula: por un lado el profesor/a queriendo desarrollar a capela su proceso de enseñanza-aprendizaje y por el otro unos alumnos/as que sólo esperan que pase el tiempo del maestro/a; sin lograr despertar en éstos el interés de aprender.
Nuestras escuelas están dotadas
de un cuerpo de profesores/as formados en una época análoga para educar a niños
y niñas nacidos en la era digital. Dicho de otra forma, maestros/as del siglo
XX formando alumnos/as del siglo XXI; el principal recurso de nuestros maestros/as
sigue siendo la pizarra, la tiza y el borrador; nuestros estudiantes están
inmersos cada vez más en las redes sociales: facebook, tweeter, mesenger,
Hotmail, ect., los alumnos/as de hoy van a lo directo, por eso su herramienta
por excelencia es el internet y han sustituido los viejos libros de consulta y
diccionarios por wikipedia, estos jóvenes digitales han descubierto que a
través de un smart phone o teléfono inteligente pueden tener el mundo en sus
manos, el profesor sigue anquilosado en el viejo cuaderno y el omnipresente
pizarrón a tal punto que si quitáramos este recurso del aula la mayoría de
nuestros docentes no sabría qué hacer. Hoy en día en países del sudeste
asiático los centros educativos están sustituyendo los libros de texto por
tabletas digitales en las que pueden
accesar a infinitas fuentes de información utilizando internet wifi.
Lo antes expresado pone de
manifiesto que además la falta de recursos económicos se requiere mayor
compromiso, adoptar una actitud de cambio respecto a lo que estamos haciendo en
las aulas, salir de la inercia en la que
estamos inmersos; sin que nuestro planteamiento signifique darle aquiescencia a
una que otra posición política, ni mucho menos restarle méritos a la justa
demanda del 4% para la educación básica, es simplemente poner sobre relieve el
hecho de que estamos haciendo poco o casi nada desde la escuela para lograr la
anhelada calidad educativa. Tenemos escuelas pobremente gestionadas
desarrollando procesos de enseñanza precarios con maestros enganchados a la
labor docente y vencidos por el hastío, “educando” a niños y niñas de de
familias pobres y no hacemos más que multiplicar esos niveles de pobreza. Si
bien es cierto que el Estado debe dar el 4%, no es menos cierto que los
profesores debemos poner más de nuestra parte, la calidad de la educación es un
compromiso de todos.
Lic. Policarpio A. Sánchez
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